
Clasificación de los cuencos tibetanos
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Los cuencos tibetanos han conquistado el corazón de quienes practican meditación, yoga o terapias sonoras. Sin embargo, alrededor de ellos circulan muchos mitos e ideas poco claras que a veces generan confusión. En este artículo queremos contarte, de manera sencilla, cómo se clasifican los cuencos según sus frecuencias y métodos de fabricación, además de aclarar creencias muy difundidas como la del famoso “cuenco de los 7 metales”.
Clasificación según rango de frecuencias
Los cuencos se pueden dividir en dos grandes categorías:
- Cuencos vibro acústicos: son los que emiten frecuencias graves, capaces de generar vibraciones que se sienten físicamente en el cuerpo. Son ideales para prácticas de masaje sonoro o terapias donde el cuerpo entra en contacto con el cuenco.
- Cuencos no vibro acústicos: producen sonidos más agudos y cristalinos. No transmiten vibración directa al cuerpo, pero su riqueza armónica los hace perfectos para baños sonoros, meditación o relajación grupal.
Ambos tipos son valiosos. No existe uno “mejor” que el otro: todo depende de tu propósito y de la experiencia que quieras vivir.
Clasificación según método de fabricación
Cada técnica artesanal o industrial aporta un timbre y una personalidad distinta al cuenco:
- Martillados a mano: elaborados con planchas de metal golpeadas pacientemente hasta darles forma. Ofrecen un sonido cálido, complejo y rico en armónicos.
- Fundidos: se fabrican vertiendo metal derretido en moldes. Suelen ser más homogéneos y brillantes en sonido, con gran sonoridad al ser frotados.
- Repusados en torno: moldeados en torno mecánico. Generan tonos claros y estables, recomendados para quienes buscan precisión.
- Embutidos: obtenidos por presión sobre una lámina metálica. Suelen ser económicos, con un sonido más simple, pero útiles para principiantes o prácticas básicas.
👉 Cada método ofrece un sonido único, ni mejor ni peor. Lo ideal es explorar, probar y combinar distintos tipos para crear tu propio set sonoro.
Clasificación de los cuencos tibetanos según su tamaño y sonido
Los cuencos tibetanos no solo se diferencian por sus diseños y materiales, también por su tamaño, el cual influye directamente en el tipo de vibración y sonido que emiten. Comprender esta clasificación te ayudará a elegir el cuenco ideal según la intención de tu práctica.
Cuencos pequeños (6 a 11 cm): generan sonidos más agudos y brillantes, perfectos para enfocar la mente, activar la energía y acompañar prácticas de meditación corta o de concentración.
Cuencos medianos (13 a 20 cm): producen tonos equilibrados, ni muy graves ni muy agudos. Son los más versátiles, ideales para armonizar el cuerpo y crear un ambiente de calma en casa o en espacios de meditación.
Cuencos grandes (21 cm en adelante): emiten sonidos graves y profundos, con una vibración más duradera. Estos tonos se sienten en el cuerpo como una caricia energética, ideales para relajación profunda, sanación vibracional y acompañamiento en terapias holísticas.
El mito de los cuencos de 7 metales
Una de las frases más repetidas es que los “auténticos cuencos tibetanos” deben estar hechos con 7 metales que representan los planetas. La verdad es que este mito no tiene sustento histórico. Muchos fabricantes lo han usado como estrategia comercial, pero en la práctica la mayoría de cuencos se elaboran con aleaciones de bronce (cobre y estaño), y eso no les quita valor ni potencia sonora.
Lo verdaderamente sagrado no es el cuenco, sino el vínculo que tú estableces con él: el cuidado hacia ti mismo, tus seres queridos y el amor con el que trabajas la vibración.
¿Cómo elegir tu cuenco?
Si estás empezando, no necesitas el “cuenco perfecto” (spoiler: no existe). Una buena recomendación es:
- Un cuenco fundido que responda bien al frotado.
- Otro martillado, grande y grave, ideal para percusión y generar vibración profunda.
- Más adelante, si trabajas con masaje sonoro, sumar un vibro acústico puede ser un gran aliado.
Para profesores de yoga, un set sencillo con un par de cuencos y campanas tiebetanas o Tingshas puede ser más que suficiente para acompañar la relajación final de sus clases. Puedes encontrar en nuestra tienda online instrumentos terapéuticos click aquí
Clasificación de los cuencos según su nota musical y los chakras
Otro criterio de clasificación muy difundido es el que relaciona cada cuenco con una nota musical y, a su vez, con un chakra del cuerpo. En esta visión, cada frecuencia sonora puede estimular y armonizar un centro energético:
- Nota DO (C) → Chakra Raíz (Muladhara) – Seguridad, conexión con la tierra.
- Nota RE (D) → Chakra Sacro (Svadhisthana) – Creatividad, emociones.
- Nota MI (E) → Chakra Plexo Solar (Manipura) – Voluntad, poder personal.
- Nota FA (F) → Chakra Corazón (Anahata) – Amor, compasión, equilibrio emocional.
- Nota SOL (G) → Chakra Garganta (Vishuddha) – Comunicación, expresión.
- Nota LA (A) → Chakra Tercer Ojo (Ajna) – Intuición, sabiduría.
- Nota SI (B) → Chakra Corona (Sahasrara) – Espiritualidad, conexión superior.
¿Es necesario tener un cuenco para cada chakra?
Aquí es importante aclarar un punto: todos los cuencos armonizan el cuerpo en su totalidad. La vibración y los armónicos que generan no se limitan a un solo chakra, sino que impactan en todo el sistema energético y físico.
Por eso, no es imprescindible tener un set completo de 7 cuencos, uno por cada nota musical, a menos que seas un terapeuta holístico o trabajes de manera profesional con baños sonoros y masajes vibracionales.
Si practicas yoga, meditación o simplemente quieres relajarte, con uno o dos cuencos bien elegidos es suficiente para empezar a explorar sus beneficios.
En resumen: la clasificación por chakras es una guía útil, pero no una regla absoluta. Lo esencial es la experiencia personal que estableces con tu cuenco, la intención con la que lo usas y la conexión que logras en tu práctica.
En conclusión
La clasificación de los cuencos tibetanos no debe convertirse en una competencia entre “mejores” o “peores”. Lo importante es escucharlos, sentirlos y experimentar. Cada cuenco tiene una voz propia que puede acompañarte en tu práctica de meditación, en un baño sonoro o en un espacio de sanación.
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